A lo largo de las épocas, los relatos de ciudades y continentes perdidos han excitado la imaginación del hombre.

Todavía hoy prosigue la búsqueda de la isla de Atlantis o Atlántida, que se cree destruida en el año 1500 antes de J.C. por terremotos y mareas gigantescas.

Pero si hemos de creer la leyenda, dos civilizaciones mucho más vastas han desaparecido sin dejar rastro, victimas también de cataclismos naturales. Se trata de los continentes de Lemuria y Mu, cada uno de los cuales se cree que pudo haber sido el primitivo Paraíso Terrenal.

A mediados del siglo XIX, los científicos sostuvieron la teoría de que Lemuria ocupaba en tiempos remotos gran parte del océano Índico. De este modo se explicaba la semejanza de la flora y de la fauna en continentes separados por miles de kilómetros.

El nombre de Lemuria proviene de lémur, animal parecido al mono que vive en África, en el sur de la India y en Malaya. El zoólogo británico P. L. Sclater, que ideó el término Lemuria, aseguró que el extenso continente se extendía desde Madagascar por el sur de Asia hasta el archipiélago malayo. Era un inmenso hábitat de lémures cuando fue invadido por el mar.

Esta teoría fue confirmada por el hallazgo de animales fósiles semejantes, en zonas tan apartadas como la provincia sudafricana de Natal y el sur de la India. Entre otros evolucionistas del siglo XIX, el británico Thomas Huxley expresó su creencia en Lemuria, y el biólogo alemán Emst Haekel sugirió que el desaparecido continente pudo haber sido «cuna de la humanidad». De este modo surgió la hipótesis de que Lemuria fue sede del Paraíso Terrenal.

También se ha hablado de Mu, otro continente perdido que se ha situado en el Pacífico. La palabra Mu fue utilizada por vez primera en 1870 y se debe al estadounidense James Churchward, coronel del ejército Churchward afirmaba que la extensión del continente era de 9.600 por 4.8000 kilómetros y su centro estaba próximo al sur del ecuador.

Explicaba el coronel que habia tenido noticia de Mu en la India, durante el hambre de 1866. Un viejo sacerdote hindú le había enseñado el nacaal, el lenguaje más antiguo que la humanidad haya articulado. Gracias a ello pudo descifrar el coronel la historia de Mu en unas vetustas tablillas de piedra escondidas en el templo del sacerdote.

Según las tablillas, el hombre primitivo apareció en Mu hace dos millones de años y dio origen a una raza muy selecta de 64 millones de individuos. Entonces el continente fue totalmente destruirlo por una única y violentísima erupción. Hubo, no obstante, algunos supervivientes de los que surgieron las razas que actualmente habitan el globo.

Es posible que continentes como Lemuria y Mu hayan existirlo, pues los terremotos, las inundaciones y las erupciones volcánicas han cambiado numerosas veces la faz de la Tierra.

Seguramente continentes ahora separados por miles de kilómetros estuvieron una vez juntos. Ello explica que en partes diferentes del globo aparezcan plantas y animales de la misma especie. Hoy se sabe que los continentes actuales se han disgregado de una primitiva masa única. Pero el fenómeno se produjo mucho antes de la aparición del hombre.